Educación Sexual III - Adolescente
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Educación Sexual Adolescente.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud "La adolescencia es el periodo de crecimiento y desarrollo humano que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y los 19 años.... El comienzo de la pubertad marca el pasaje de la niñez a la adolescencia." (OMS, 2016).
Lamentablemente una actitud poco favorable en muchas familias y comunidades es, interpretar erróneamente la etapa adolescente, como etapa de inevitables problemas en todas las áreas, particularmente en la sexual; entendiéndola como edad indefinida, al ser excluida de la infancia y de la adultez, tal como se aprecia en la frase `los adolescentes ni son niños, ni son adultos´. Frase generalmente cargada de moderados niveles de estrés en los respondables de la crianza.
Muchas veces madres, padres, docentes y consejeros familiares, han justificado y reforzado inadvertidamente tal problemática adolescente, a consecuencia de incorporar indistintamente términos como adolecer, padecer y/o carecer, para explicar la llamada “incapacidad adaptativa adolescente”. Una frase ilustradora de ello: `los adolescentes son difíciles porque como su palabra lo indica…, adolecen, es decir, carecen de…´.
Para evitar seguir reproduciendo tal error, distingamos el signifcado de los términos:
Adolescente: “Comenzar a crecer”, “Comenzar la madurez”. Del lat. Adolescere. Un compuesto del verbo Adolere “crecer” y el sufijo incoativo -Scere “indica el comienzo de la acción” (De Palabra (2007).
Adolescencia: “Período de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud”. Del lat. adolescentia (Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, 2016).
Adolecer: “Tener o padecer algún defecto o alguna enfermedad”. Del ant. Dolecer. Dolescere. Carecer: “Tener falta o privación de algo”. Del lat. carescĕre, de carēre (DRAE, 2016).
En este sentido, los ejemplos válidos y aplicables serían:`los/as chicos/as están creciendo´: aumentando de estatura.
`los/as chicos/as están evolucionando´: progresando en su desarrollo vital.
`el chico adolece de pereza´: muestra tal hábito como defecto.
`la chica adolece de diabetes´: padece dicha enfermedad.
`los/as chicos/as carecen de habilidades comunicativas´: muestran déficits de recursos de interrelación social efectiva.
Tener más clara esta distinción en la terminología, facilita una adecuada concepción del período de la adolescencia como etapa de transformaciones en las dimensiones biológica, sexual, psicológica y social, descrita por la potencialidad de desarrollar completamente el organismo y la personalidad, en y para el propio periodo adolescente y por añadidura, para la venidera edad adulta. Concepción que permite sustituir la visión catastrofizadora de `terrible etapa de los/as adolescentes´, por una visión más empoderadora `los aportes desde y para los/as adolescentes´. Dando lugar a una postura de empatía y educación sexual consciente, sobre los intereses y prioridades de los/as adolescentes por encima de una postura de “control” sobre la vida sexual adolescente.
Dentro del aspecto biológico-hormonal y en medio de la aprobación sociocultural de la floreciente sexualidad, se ha reconocido a la adolescencia como etapa del despertar sexual, pero negativamente ligada a problemas de impacto para la familia y la sociedad: embarazos no deseados y no planificados, abortos, infecciones de transmisión sexual entre ellas el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), así como violencia interpersonal o en el noviazgo. Entre otros problemas menos descritos y no por ello menos significativos para los/as jóvenes, como los son las experiencias de eyaculación rápida y fallas erectivas en los chicos, o las experiencias de dolor a la penetración e imposibilidad o dificultad de sentir el orgasmo en las chicas.
Puede notarse en diferentes estudios o escritos sobre la sexualidad adolescente, el énfasis colocado en los conflictos sexuales y sus consecuencias negativas, más que en las habilidades sexuales y su fuente de disfrute y bienestar con autocuidado. Esto, inadvertidamente ha interferido con las actitudes y las conductas sexuales efectivas y saludables favorecedoras para el pleno desarrollo de la salud sexual integral del/la adolescente y futuro adulto/a.
Lo anterior, en ocasiones a partir de los intereses de los/as adultos/as significativos y sus esfuerzos sociales por satisfacerlos. ¿Cuán familiar resultan las expresiones?:
`No sé qué hacer con mi hijo, desde que se desarrolló se la pasa en el baño´
`Habrá que llevarlo con una trabajadora sexual (o prostíbulo) para que se desahogue´
`Hay que cuidar más a la muchacha, para que no le hagan ya una barriga´
`A los muchachos no se les puede tratar con ternura porque se les hace gay´
`A las hijas cuando les viene la menstruación, mejor darles un paquete de píldoras anticonceptivas para evitar mayor royo familiar´
`Si le dejas tener novio, olvídate de esperar que culmine los estudios´
`Ya es todo un hombrecito´... seguro tiene ya muchas novias y chicas locas´
Resulta útil reconocer que la expresividad sexual adolescente, toca con más fuerza la puerta mental de nuestro sentir y vivir la propia sexualidad. Sentimientos de ineptitud, rivalidad o competitividad, pueden surgir de nuestro interior cuando presenciamos el acelerado crecer de quienes hasta hace muy poco tiempo, eran nuestros niños/as y pre-púberes. En frecuentes casos, aparece una barrera de vinculación interpersonal, mayor aún si durante la infancia se postergó la tarea de abonar el terreno para la comunicación afectiva y el diálogo sexual centrado en derechos y habilidades para la vida.
Rememorar nuestro pensar, sentir y actuar cuando fuimos adolescentes, en correspondencia con la información y educación sexual que en aquel entonces recibimos, indiscutiblemente nos facilitará la posibilidad de colocarnos en los zapatos de los/as hijos/as y alumnos/as adolescentes de hoy. Lo cual nos permitirá percibir mejor ¿qué sienten?, ¿qué necesitan?, comprendiendo sus propias vivencias y validando sus propias construcciones afectivas y sexuales. Lo más relevante, incluyendo sus propias opiniones y aportes solucionadores, en el diseño de estrategias educativas, orientadoras y formativas para ellos/as y sus pares.
Como señala el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, 2013): “para estar seguros de ir por buen camino, estamos consultando a los expertos: los propios jóvenes.” Considerando que “Los jóvenes están contribuyendo en gran medida a resolver problemas acuciantes, entre ellos, el embarazo no deseado, el VIH/SIDA y la violencia y discriminación contra las mujeres y las niñas…. La participación directa de los jóvenes en las decisiones que afectan sus vidas no sólo promueve un derecho humano, sino que también fomenta la confianza en sí mismos, conduce a que adopten mejores decisiones e inicia un proceso de involucramiento cívico durante toda la vida.”
En efecto, es preciso analizar los múltiples factores asociados a las evidencias presentadas por la OMS en cuanto a los retos para la salud de los/as adolescentes, entre ellas, que en el mundo:
Las cinco causas principales de defunción de adolescentes de ambos sexos son: accidentes de tránsito, infección por el VIH, suicidios, infecciones de las vías respiratorias inferiores y violencia interpersonal.
Las dos causas principales de defunción de muchachas entre 15 y 19 años son: suicidio y complicaciones durante el embarazo y el parto.
2.5 millones de muchachas menores de 16 años, dan a luz.
Alrededor de 1 de cada 10 muchachas (unos 120 millones) menores de 20 años han sido víctimas de violencia sexual.
Sin duda, debemos contribuir en la reducción de tan alarmantes cifras con estrategias que minimicen los obstáculos políticos, económicos o sociales que encuentran los/as adolescentes para el desarrollo de su salud sexual y reproductiva.
También es importante diseñar y ofrecer servicios de orientación sexológica a adolescentes, que parta del reconocimiento de su cada vez más temprana iniciación voluntaria de la actividad sexual, y que vaya más allá de las meras exposiciones alusivas a los cambios corporales y a los métodos anticonceptivos. Está ampliamente discutido que los/as jóvenes, aún informados/as, suelen no usarlos efectivamente. Por ende, acompasarles más que informarles acerca de su sexualidad, debe alinearse con sus necesidades:
(a) Por un lado, brindándoles herramientas para reducir su vulnerabilidad y sus conductas de riesgo, aumentando diferencialmente su autoestima y habilidades para la vida. (b) Por otro lado, respetando su derecho al placer, creando espacios empoderadores de sus capacidades para aumentar su disfrute afectivo-sexual, así como sus conductas autoprotectoras y su diseño de proyecto de vida de calidad.
Dichos, servicios en salud sexual y reproductiva, evidentemente han de ajustarse a Derechos Sexuales, a información veraz libre de mitos y por supuesto al interés progresivo de los/as adolescentes, de acuerdo con su nivel de desarrollo evolutivo y diferentes características físicas y psicosociales, en cada uno de los tres períodos de maduración, que de acuerdo a varios autores son: (1) Adolescencia temprana de 10/11 a 13/14 años de edad; (2) Adolescencia media de 13/14 a 16/17 años de edad y (3) Adolescencia avanzada de 16/17 a 18/21 años de edad (Neinstein L.S., 1993; Servicio de Salud de Colombia, 2000 y OMS, 1975, 2008).
IDHALY GUZMÁN
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Fuentes Consultadas:
Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, 2016). Consulta Online http://dle.rae.es/?id=I6M0eyb
http://www.grupoambos.com/articulos/educacion-y-familia/158-educacion-sexual-padres-madres-hijos
Ibargüen L. (2014): Relaciones Interpersonales y Calidad de Vida en la Adolescencia (12 a 16 años). Un campo para el Deporte.
Consulta Online: http://bibliotecadigital.univalle.edu.co/bitstream/10893/7711/1/3410-0473504.pdf
OMS (2016): Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente 2016-2030. Objetivos de Desarrollo Sostenible.
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